miércoles, 9 de enero de 2013

Escribir... actuar... ser feliz

Escribir.... algunos dicen que escribir para no morir. Yo digo escribir para vivir bien, para liberarse, para decir algo mucho o poco, que importe o no. Es como cuando uno tiene ganas de hacer algo con urgencia, así siento yo las ganas de escribir. Sólo lo puedo hacer por tres motivos: por obligación, por necesidad ogg porque me nace. Creo que todo en la vida tiene esos tres motores, ninguna acción es hecha sin primero un impulso, y por más de que ciertas cosas que hacemos parecieran que no se hacen por ningún motivo, el motivo no se puede confundir con el motor de la acción. Es decir, así la acción no tenga un fin,  la realizamos por obligación, por necesidad o porque nos nace. Hay momentos en donde estos tres aspectos que nos llevan a la acción se mezclan e incluso se funden en uno mismo. Creo yo que en la vida todo se debe hacer por el deseo que nos nace en llevar a cabo cada cosa, sea por obligación, por necesidad o por gusto. Ahora que lo pienso bien, por lo menos en mi caso, todo lo que hago es porque en realidad me nace. Todas mis acciones están fundamentadas en la voluntad que sale de mi para hacerlas. Hasta el deber más grande no lo cumplo si no lo quiero cumplir, en el caso de otras personas que dicen cumplir el deber en contra de sus deseos, es simplemente porque quieren más el deber, que lo que dicen desear. Parece surgir acá una distinción entre en querer y el desear, el querer nos lleva a la acción como tal; mientras que el desear la imagen objeto de algún anhelo que muchas veces no es tan fuerte como para llevarnos a actuar, a quererla. 

Desgraciados, para mí, los que sus quereres y deseos no concuerdan. En cierto sentido, todos hemos sidos desgraciados cuando el querer no es lo que deseamos, es decir, cuando actuamos en contra de nuestros deseos ya que nuestro querer está dominado por algo más. Nuestro querer debería estar alineado con el deseo, para así no sentir contradicción ni amargura dentro de nosotros mismos. Hay quienes dicen que cuando que el querer es de índole moral e intelectiva  mientras que el deseo sólo responde a nuestros instintos; y que por lo tanto muchas veces es "moralmente correcto" que el querer se oponga a nuestro deseo. Para mi     esta lleva aquellas personas sólo quieren justificar su propia amargura, y darle algún tipo de legitimidad para hacerla más llevable, e incluso creen que esta lleva a algún tipo de recompensa. No obstante, viven llenos de complejos para sí. No digo que el deseo deba ceder ante nuestro querer, sino que ambos deben estar coordinados  es decir que todo lo que hagamos sea porque de verdad así lo deseamos. Que en cada acción haya convicción y un gran placer al realizarla, sea guiada por el instinto  por lo que algunos llaman "el bien" otros "el mal", por la racionalidad o por la irracionalidad, por lo que sea. Pero que sea el deseo lo que vaya de la mano con nuestro querer con nuestra voluntad, porque están dementes quienes oponen voluntad a deseo.